martes, 25 de noviembre de 2014

Cuando nada llega y todo se va.

La vida ideal de una persona suele basarse en conseguir lo que uno quiere, lo que uno ambiciona. Conseguir en la vida aquello que siempre has querido, en eso se basa.
Pero... ¿Qué pasa cuando la vida te da algo que no es lo que tú querías? ¿Qué pasa si la vida te tiene preparadas otras metas? La gente cree saber lo que quiere en la vida pero pocas veces coincide con lo que realmente la gente necesita.

No sé porque existe tanta diferencia entre lo que queremos y lo que necesitamos. Supongo que depende de cada uno pero siempre me preguntaré si lo que tengo es realmente porque es algo que quiero o porque es algo que necesito...

En cualquier caso, siempre que tengamos o perdamos algo estaremos un poco mas cerca de conocernos a nosotros mismos, porque aquel que vive sin ambiciones no tiene una vida y aquel que no tiene lo que necesita no puede vivir. Creo que eso define bien mi idea de querer y necesitar porque es peor necesitar algo que querer algo. Y porque, cuando nada llega y todo se va, solo te tienes a ti mismo y eso es todo lo que necesitas para volver a empezar. De esa forma conseguirás otra vez todo lo que quieres, o todo lo que necesitas, y siempre creerás que tu vida es ideal, antes de dormir.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Egoísta corazón.

Sabía que esto tenía que pasar, aunque me engañara a mí mismo. Hoy era un día normal, estaba siendo mas normal de lo que había sido en mucho tiempo, aunque algo era distinto, no era una gran cosa, pero algo había cambiado. No fue algo repentino, pero si pienso en el tiempo transcurrido, si que puedo afirmar que cada día que pasaba el cambio crecía. Y si lo comparo con el principio de todo esto si que noto una gran diferencia. Lo que no sabía era que después de todo este tiempo solo me haría falta volver a verte para volver al punto de partida.


Surgió de repente, no lo vi venir. No lo esperaba, no lo quería, seguramente lo anhelaba... pero no lo quería. Y sin quererlo te vi. Cuando cogí ese autobús esta mañana lo último que imaginaba es que tu estarías ahí sentada mirándome. Me pregunto que fue lo que pensarías tu cuando me viste porque yo en ese momento solo podía pensar en ti.

Tras un breve segundo impactante, pero muy disimulado, avancé por el pasillo entre los asientos. Cuando pasé por tu lado esbocé la mejor de mis sonrisas, no era fingida, ella sabría cuando mis sonrisas son fingidas. No, le regale mi mejor sonrisa porque, aunque no lo quería, me alegré de verla. Tú, en cambio no sonreíste, pero quizás tu mirada fue más significativa de lo que podría haber sido tu sonrisa, siempre se te dio bien expresarte por ella. Me saludaste con un tímido "hola", al igual que el que te respondí yo, solo que el mio iba escondido tras un bonito disfraz de seguridad fingida y falsa confianza. En eso siempre se me dio bien fingir.

Seguí andando por el pasillo y me senté al final, a cinco asientos detrás de ti, lo más cerca que hemos estado juntos, en un mismo sitio, desde hace mucho tiempo. Y mi corazón estalló. Puede que estallara antes pero no fui consciente hasta que me senté. Latía con rapidez, ansioso, casi desbocado por salir corriendo a junto el tuyo. Lo ignoré.


Pensé en nosotros, en nuestra historia, en nuestros momentos y después en como todo terminó, y en como lo retomamos para volver a terminarlo. La historia de nunca acabar, hasta que acabó. Tu huiste, con razón, de mí y yo me escondí de ti. Y después de un tiempo me entero de que has dejado de huir pero no para que yo te vuelva a encontrar si no porque otro te ha encontrado ya. Otro que parece hacerte feliz, no digo que yo no lo hiciera, pero yo por cada lagrima de felicidad que te sacaba había tres de tristeza que la seguían.

Es por eso que estuve todo el camino detrás tuya, ignorando a mi egoísta corazón. Y no porque no tuviera ganas de acercarme a hablar contigo, que las tenía. Si no porque hace tiempo era yo el que ignoraba a tu corazón y ahora era el momento de ignorar el mío. Porque mientras seas feliz y no me necesites yo seguiré escondiéndome de ti. Quien sabe, quizás alguien me encuentre como a ti. Quizás deba encontrarla yo. Mientras tanto me quedo con nuestros recuerdos para alimentar a mi egoísta corazón, aquí, donde siempre estuvo, a cinco asientos de distancia del tuyo. 


Porque esos recuerdos serán en lo último que piense hoy antes de dormir.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Temores

Cuando cae la noche, todos nuestros temores se hacen mayores. Pensamos en lo que hemos hecho, en lo que estamos haciendo y en lo que haremos. Y hay temor en cada uno de esos pensamientos. Temor a lo que está fuera de nuestro control, temor a lo que desconocemos.

Al caer la noche todo es más oscuro y la oscuridad es la base de todos los temores porque sin luz no podemos ver en la oscuridad y nuestros temores no nos dejan ver la luz. Vagamos sin rumbo en un mar de tinieblas y no hay nada más peligroso. Sabes que el sol volverá a salir y con el la oscuridad se irá pero si no te libras de los temores que surgieron, aunque siempre salga el sol, nunca saldremos de nuestra propia oscuridad. El mundo no es fácil, es normal temerle, las cosas que la vida nos depara no sabemos afrontarlas hasta que pasan y una vez que pasan comprobamos hasta que punto estábamos preparados para afrontarlas. Puedes fracasar o triunfar en el intento, en cualquiera de los dos casos deberás seguir adelante porque en esta vida algo es seguro, nada se consigue si no avanzas, si te dejas estar los temores te consumirán y nunca sabrás hasta donde podrás llegar.

Por eso, cuando caiga la noche y te empiecen a asaltar tus temores no dejes que te consuman, afróntalos, plántales cara y prepárate para dar un paso adelante, porque cualquier momento es bueno, incluso antes de dormir.