viernes, 7 de noviembre de 2014

Egoísta corazón.

Sabía que esto tenía que pasar, aunque me engañara a mí mismo. Hoy era un día normal, estaba siendo mas normal de lo que había sido en mucho tiempo, aunque algo era distinto, no era una gran cosa, pero algo había cambiado. No fue algo repentino, pero si pienso en el tiempo transcurrido, si que puedo afirmar que cada día que pasaba el cambio crecía. Y si lo comparo con el principio de todo esto si que noto una gran diferencia. Lo que no sabía era que después de todo este tiempo solo me haría falta volver a verte para volver al punto de partida.


Surgió de repente, no lo vi venir. No lo esperaba, no lo quería, seguramente lo anhelaba... pero no lo quería. Y sin quererlo te vi. Cuando cogí ese autobús esta mañana lo último que imaginaba es que tu estarías ahí sentada mirándome. Me pregunto que fue lo que pensarías tu cuando me viste porque yo en ese momento solo podía pensar en ti.

Tras un breve segundo impactante, pero muy disimulado, avancé por el pasillo entre los asientos. Cuando pasé por tu lado esbocé la mejor de mis sonrisas, no era fingida, ella sabría cuando mis sonrisas son fingidas. No, le regale mi mejor sonrisa porque, aunque no lo quería, me alegré de verla. Tú, en cambio no sonreíste, pero quizás tu mirada fue más significativa de lo que podría haber sido tu sonrisa, siempre se te dio bien expresarte por ella. Me saludaste con un tímido "hola", al igual que el que te respondí yo, solo que el mio iba escondido tras un bonito disfraz de seguridad fingida y falsa confianza. En eso siempre se me dio bien fingir.

Seguí andando por el pasillo y me senté al final, a cinco asientos detrás de ti, lo más cerca que hemos estado juntos, en un mismo sitio, desde hace mucho tiempo. Y mi corazón estalló. Puede que estallara antes pero no fui consciente hasta que me senté. Latía con rapidez, ansioso, casi desbocado por salir corriendo a junto el tuyo. Lo ignoré.


Pensé en nosotros, en nuestra historia, en nuestros momentos y después en como todo terminó, y en como lo retomamos para volver a terminarlo. La historia de nunca acabar, hasta que acabó. Tu huiste, con razón, de mí y yo me escondí de ti. Y después de un tiempo me entero de que has dejado de huir pero no para que yo te vuelva a encontrar si no porque otro te ha encontrado ya. Otro que parece hacerte feliz, no digo que yo no lo hiciera, pero yo por cada lagrima de felicidad que te sacaba había tres de tristeza que la seguían.

Es por eso que estuve todo el camino detrás tuya, ignorando a mi egoísta corazón. Y no porque no tuviera ganas de acercarme a hablar contigo, que las tenía. Si no porque hace tiempo era yo el que ignoraba a tu corazón y ahora era el momento de ignorar el mío. Porque mientras seas feliz y no me necesites yo seguiré escondiéndome de ti. Quien sabe, quizás alguien me encuentre como a ti. Quizás deba encontrarla yo. Mientras tanto me quedo con nuestros recuerdos para alimentar a mi egoísta corazón, aquí, donde siempre estuvo, a cinco asientos de distancia del tuyo. 


Porque esos recuerdos serán en lo último que piense hoy antes de dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario