Antiguamente, el mundo conocía un tipo de magia que nunca más
existió. El tipo de magia que te hace creer en seres fantásticos, de formas inimaginables,
con increíbles dones y poderes.
Estos seres vivían en paz con las personas que carecían de
magia. Los respetaban aunque algunos ambicionaban sus poderes.
Llegó el día en que un humano, aprovechándose del amor de la
bella princesa mágica por su hijo, robó su orbe ancestral y esclavizó a los seres mágicos
convirtiéndose así en su emperador. Lo que no sabía es que había dos formas de obtener
magia, dominándola o siendo otorgada.
Los amigos de la princesa cedieron su magia al joven
enamorado para otorgarle el poder para defenderse de su padre. El unicornio
otorgó su cuerno como arma, las hadas sus alas, los gnomos su resistente piel como
armadura y los duendes toda la suerte que poseían.
El joven derrotó a su padre y destruyó el orbe. Destruyendo así
la magia y a todos los seres mágicos, incluidos él y su amada princesa, pero antes
pidió un deseo al orbe.
—Que la magia vuelva cuando la humanidad la merezca.
Y la magia desapareció para siempre. O tal vez no.