Esta mañana, antes de que saliera el sol, he ido a correr
como suelo hacer desde hace unos meses. He aprovechado antes de ir a trabajar para hacer mi rutina diaria con la mala suerte de que a
mitad de camino me pilló una tormenta. Empezó a llover y no creáis que fue un chaparrón y ya, no, fue un
diluvio en toda regla. Me caía agua por todos lados, llegué a pensar que el agua desafiaba hasta la gravedad.
Me puse la capucha mientras seguía corriendo e intentaba
resguardarme bajo los árboles sin hojas inútilmente. Fue en ese instante
cuando, empapado completamente, lo vi claro. No podía hacer que parara la
lluvia, no podía parar de mojarme y si daba la vuelta habría salido a correr en
vano. Así que me saqué la capucha, me revolví el pelo y seguí corriendo bajo la
lluvia. Corrí sin detenerme y mientras corría una tonta sonrisa se formó en mi
cara. Era liberador, no se explicar la razón pero me sentí bien, muy bien. Tal
vez porque estaba haciendo algo contrario a lo que normalmente haría o tal vez
no, no lo sé. Lo que sí he reflexionado después es que siempre intentamos
resguardarnos de una tormenta que nos toma por sorpresa. Incluso cuando esa lluvia es interna, en un sentido metafórico, como la que describe Luis Fonsi en su canción Hoy llueve por dentro. Esa tristeza que nos empapa en los peores días
aunque nos resguardemos, sin darnos cuenta que a lo mejor lo que debemos hacer es
exactamente lo contrario. Que quizás lo que debemos hacer es afrontarla.
Así que mi consejo de hoy es el siguiente:
Cuando os sorprenda una tormenta, ya
sea por dentro o por fuera, no busques un sitio donde esconderte y sal a correr
bajo la lluvia.
Empápate y disfrútalo, no temas mojarte, no temas sentirte triste, piensa en lo que te
estás perdiendo porque esa lluvia lo impide y cree que al fin y al cabo no
puede contigo, que tú eres más fuerte. Si lo haces, descubrirás realmente lo
fuerte que puedes llegar a ser.
Este ha sido mi consejo de hoy, mañana por la mañana dan
lluvias otra vez y seguramente vuelva a salir a correr, quizás vuelva a sentir
lo mismo y mientras llueve yo sonreiré y en esa sonrisa pensaré antes de
dormir.
Genial consejo. Lo mejor es afrontar las tormentas como vienen. Y sí hay que sentirse triste no hay ningún problema. Ya habrá días alegres. A lo mejor en esa tristeza o en esa tormenta encontramos la felicidad.
ResponderEliminarUn besillo.
Justo eso afrontar las tormentas y no esconderse de ellas!!
EliminarMuchas gracias por comentar María!!
Un beso. ;)
Lo mejor es salir y correr, no importa que la lluvia nos moje. Si hay tormenta ya escampará. Un saludo eres de los de mi marido, Sale a correr o caminar haga el tiempo que haga. Un saludo
ResponderEliminarSí que es lo mejor aunque nos mojemos. Y entiendo a tu marido una vez que empiezas y tienes tu rutina ya no puedes dejarla, haga el tiempo que haga!!
EliminarUn saludo. ;)
Un consejo genial y, además, envuelto para regalo. Y lo digo porque lo cuentas de un modo precioso. Creo, como tú, que es mejor no esconderse, dejar que la vida (y las emociones, y la lluvia) te sorprenda. Nunca sabes qué puedes encontrar corriendo bajo la lluvia pero seguro que no lo descubres quedándote en casa.
ResponderEliminarMe ha encantado tu reflexión, Agustín. Un beso enorme
Muchas gracias Chari!! Exactamente como dices, creo que el que se queda parado pierde el ritmo de lo que tiene a su alrededor. A veces es necesario deternernos y verlo todo con perspectiva pero siempre para volver a ponernos en marcha!!:)
EliminarMe alegra que te haya gustado, un beso!!