Se han terminado mis queridas y tan ansiadas vacaciones y
empieza el periodo de adaptación a la rutina de los estudios y el trabajo. Por
lo pronto me lo he tomado con buen humor, aunque parezca imposible pero es que
he vuelto con las pilas bien cargadas y la mente despejada. Me he cortado el
pelo porque me hacia falta y ahora, cuando voy por la calle, voy en plan
presumido mirándome cada vez que paso cerca de una superficie reflectante (llámalo
espejo, escaparate o charco de agua incluso).
Bromas a parte, es bueno hacer cambios que nos motiven a
comenzar con ganas el retorno a nuestra vida cotidiana. En mi caso no fue
por esa razón pero he de admitir que “un cambio de look” siempre ayuda.
Como vengo con la cabeza despejada, tanto de pelo como de
ideas, y con las pilas cargadas me he propuesto crear esta nueva sección del
blog que voy a llamar “El consejo del día” o algo parecido (estamos trabajando
en ello). La sección consistirá en añadir una nueva entrada siempre que se me
ocurra un nuevo consejo que me haya ayudado en mí día a día y que quiera
compartir por aquí.
Por ejemplo, mi consejo de hoy y casi os puedo asegurar que
será el que tenga en mente toda la semana es que no sintáis pena por lo que
termina, ni miedo por lo que está por comenzar.
Lo típico de cuando una puerta se cierra otra se abre, pues
es así de simple. Este consejo surge a raíz de mis vacaciones que han sido tan
estupendas que no puedo evitar sentirme triste porque terminen pero seguro que
si duraran eternamente necesitaría unas vacaciones de mis vacaciones. Y por
supuesto no dejéis que el miedo os impida comenzar algo nuevo, como una
relación, un trabajo o un nuevo curso porque las cosas no ocurren si uno escapa
de ellas.
Así que aquí me tenéis, un experto de nada dando consejos de
todo que aunque no sabe si serán buenos si que cree en ellos, porque os aseguro
que fueron, son y serán aplicables en cualquier momento de mi vida.
Y dejo ya de escribir que yo tiendo a irme por las ramas y
me despisto con facilidad. Como con la mosca que acaba de pasar por mi lado, la
he seguido hasta la ventana (he mirado mi pelo en el reflejo), la he dejado
salir y he visto la luna en lo alto del cielo rodeada de estrellas, y ahí me he
quedado hipnotizado viéndola. Y a pesar de que la noche se acaba cuando un
nuevo día comienza, hoy la luna sonríe antes de dormir.
Me ha encantado tu relato , seguiré tu consejo , me hacen falta muchos
ResponderEliminarTengo algunos en la recámara solo que no he tenido tiempo de prepararlos para escribirlos en el blog.
EliminarMe alegra que te gustase este María, un saludo!! ;)