El clamor se podía oír desde cualquier lugar. Las ovaciones
a los ganadores, los abucheos a los caídos. Las risas resonaban en cada una de
las paredes del sucio habitáculo. Risas seguidas de aplausos seguidas de más
risas y gritos, muchos gritos. Para ellos esto solo era un juego.
Dómini caminaba por
la estancia con su espada corta en la mano esperando a que llegara su turno.
—¿Nervioso?—preguntó un compañero, unos años más
mayor, que lo había estado observando.
—Ansioso...
El hombre gruñó.
—¿Ansia por matar o por morir?—preguntó el hombre con pesar.
El joven no respondió. Los últimos gritos indicaban que la
pelea había acabado y era su turno. Se puso su casco con copete y cogió su gran
escudo ovalado.
—Hoy ganaré La
Rudis , Julius. Hoy ganaré mi libertad.
—Suerte, amigo mío. Que esa espada de madera sea tuya y que
tu cuerpo no acabe en el Spoliarium cuando el sol se ponga.
Dómini salió del habitáculo y recorrió el pasillo hasta la
entrada a la arena escoltado por dos guardias. En cuanto las puertas se abrieron
para él la luz del sol y los gritos de los espectadores lo inundaron. Todos
clamaban su nombre, era el favorito a pesar de ser de los más jóvenes pero su
falta de experiencia la completaba con un cuerpo en buena forma y un dominio de
la espada que era innato en él.
En la arena comprobó que lo esperaban sus contrincantes. Antes
de que las puertas se cerraran tras su paso comenzó la pelea. Siete
contrincantes, todos contra todos aunque los siete se pusieron de acuerdo en
atacar a Dómini a la vez. Una estrategia acertada aunque no les sirvió de nada.
El joven previó todos y cada uno de los movimientos de sus contrincantes y los abatió
de uno en uno. El público vitoreaba cada asestada que daba. Era un espectáculo y
él tenía que entretenerlos. En poco tiempo solo quedó uno malherido, Dómini se
disponía a darle el golpe final cuando notó que el publico se quedó en
silencio. Extrañado miró a su alrededor y vio que todos miraban hacia la entrada
a la arena. Se fijó en que Julius se encontraba en la arena apuntándolo con un
arco justo antes de ser abatido por una de sus saetas.
Dómini cayó al suelo ante el asombro del público y todo lo demás
se volvió confuso para él. Escuchó como Julius proclamaba a gritos la rebelión de
los gladiadores seguido por decenas de compañeros que saltaban de la arena a
las gradas y eliminaban a los espectadores entre sus gritos y sollozos. El joven palpó la flecha incrustada en su pecho y la intentó
agarrar para arrancarla.
—Yo no lo haría, joven Dominicus—dijo Julius riendo.
El joven lo miró incrédulo.
—¿Por qué...?—no pudo acabar la frase sin atragantarse con
su sangre.
—Tú no apoyarías nuestra rebelión, no cuando estabas tan
cerca de conseguir tu libertad. Te ibas a volver contra nosotros. Y la única
forma de vencerte era por sorpresa.
—Ahora tampoco seréis libres... seréis perseguidos...—dijo
entrecortadamente.
— Sí pero hoy nos hemos vengado y la venganza es otro tipo
de libertad que anhelábamos—Julius cogió un puñado de arena.—Necesitábamos
bañar esta arena con la sangre de los que nos torturaron y demostrarles el
terror de lo que han creado.
A Dómini se le cerraron los ojos y por un momento parecía
estar de vuelta en el habitáculo, escuchando los gritos del publico, solo que
esta vez no eran ellos quienes lo estaban disfrutando. El juego había cambiado.
Un gran relato con un final sorprendente. Me has llevado a la arena en busca de esa ansiada libertad.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Muchas gracias María!! :)
EliminarMe alegra que el final te parezca sorprendente y mucho más que te gustara!!
Un abrazo y en breves me paso a leer el tuyo!! ;)
Muy buen relato Agustín. Aunque injusto para el pobre Domini a punto de cumplir su sueño, pero en la guerra no hay perdón.
ResponderEliminarMe gustó mucho la ambientación que le diste, bien hecho!! Saludos.
Muchas gracias Mendiel!! Te reconozco que hasta a mí me parecía injusto mientras lo escribía pero como dices en la guerra no hay perdón.
EliminarMe alegra que te gustara!!:)
Muy bueno Agustin, :)
ResponderEliminarDeja entrever que su rebelión finalizará con la servidumbre eterna. Pero el raciocinio de unos es la pérdida de otros, en este caso del pobre Dominicus.
Venganza con una libertad esclava.
Un abrazo.
Muchas gracias por pasarte Irene !!:D
EliminarUna servidumbre eterna, justo, Julius prefería ser esclavo de su venganza el resto de su vida que ganarse su libertad como estaba a punto de conseguir Dominicus.
Un abrazo.
Me ha encantado como has ido narrado todo el relato. ;) Un giro final estupendo. Enhorabuena, Agustin ;)
ResponderEliminarSaludos. :)
Muchísimas gracias por pasarte a leerlo Soledad!!!:D
EliminarMe encanta que te encante jeje
Nos leemos, un saludo!! ;)
Me ha parecido una narración trepidante. Me ha gustado amigo.
ResponderEliminar¡Saluten!
Muchas gracias por leerlo Francisco!!
EliminarEs un placer saber que te ha gustado amigo!!
Saludos!! ;)
Saludos Agustín, es la primera vez que te leo (lo bueno de estos concursos es descubrir nuevos blogs), y me ha gustado el desarrollo y remate de la historia. Es cierto que Dómini estaba a punto de lograr su libertad, aunque tampoco es fácil saber (al menos de cara al lector) si habría estado en contra de esa rebelión, ya que habría podido ayudar a la libertad de más compañeros. Pero bueno, la arena es cruel y cada uno mira por sus intereses propios (es comprensible).
ResponderEliminar¡Un saludo!
Hola José Carlos, antes de nada muchísimas gracias por tu comentario!!
EliminarY estoy de acuerdo contigo, lo bueno de esto es descubrir gente nueva y sus blogs!!:D
En relación al posicionamiento de Dómini es justamente como dices, si él apoyase la rebelión perdería el honor que se ha ganado y no le otorgarían la Rudis. Además de que esa libertad no sería completa, ya que serían perseguidos de por vida. Eso Julius lo sabía, como también que de ponerse en su contra no tendría ninguna oportunidad, así que optó por quitárselo de en medio. Injusto pero me salió así al escribir!!xD
Un saludo para ti también!! ;)
Genial relato, felicitaciones. Excelente final inesperado.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias Andrés!! :)
EliminarUn saludo.
"Sí pero hoy nos hemos vengado y la venganza es otro tipo de libertad que anhelábamos..."
ResponderEliminar¡Ay! Estas Palabras... Mi Guerrera Interna se revuelve en la silla con estas Palabras... Vamos, que se notan que son de un Gran Guerrero. O, al menos, yo también habría elegido algo así, si hubiera sido Julius... *-*
Y, por ese mismo motivo, me gusta el Personaje que has creado y que, a pesar de ser, de alguna manera, secundario, termina cayendo sobre sus flechas el peso de la Historia que narras...
¡¡Muy chuli!!
¡¡Besitines, Agustín!! ^w^
Me alegra que te hayan gustado esas palabras y conectar con tu guerrera interna!!:D
EliminarY es como dices, Julius ha estado en segundo plano por culpa de Dómini y eso le lleva a tomar una decisión que hace que la historia cambie y se centre en él.
Muchas gracias por tu comentario Campanilla!!
Besitines para ti también!! :P
Excelente relato con un inesperado final, me ha gustado bastante.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias Felipe!! Me alegra que te guste.
EliminarUn saludo para ti también.
;)
Muy bueno Agustín. Me traes a la memoria la historia del gladiador Espartaco, quien consiguió convencer a más de setenta gladiadores para rebelarse contra su lanista, protagonizando uno de los episodios más famosos de rebelión antiesclavista de la Antigua Roma que aún hoy se siguen estudiando en los libros. Y es que cuando las ganas de vivir tienen una moral alta, arrasan con todo.
ResponderEliminarEn el relato has conseguido exponer muy bien, con el giro argumental, la clara diferenciación entre lo que suponía ser un esclavo o "comprar esa libertad"... y eso lleva a Domini a su condena: o muere bajo la saeta, o muere abatido por los romanos, mientras que el espectáculo sólo se convierte en algo secundario.
Te felicito por ese juego de empatía que has trasladado al relato.
Un saludo!!
Muchísimas gracias por tu comentario Sonia!!! Es verdad lo que dices que una fuerte moral arrasa con todo. En este caso con el pobre Domini que, como bien dices, para que los demás consiguieran su libertad decidieron condenarlo.
EliminarSiempre intento que lo que escribo sirva para empatizar de alguna forma con el lector y que me felicites por trasladarla al relato me ilusiona y mucho!!:)
Un saludo!!
La fuerza de la venganza es muy poderosa y el deseo de libertad aún lo es más. Muy buen relato amigo Agustín. Un abrazo
ResponderEliminarY cuando se juntan esa fuerza con ese deseo ocurre esto...jeje
EliminarMuchas gracias por comentar Mercedes, me alegra que te haya gustado!!
Un abrazo ;)
Saludos Agustin, en ese mundo no quedaba otra que matar o morir, qué difícil, y en esas circunstancias quizá morir muchas veces resultaría lo más fácil y lo más justo aunque suene paradójico. Éxitos y bendiciones!
ResponderEliminarGracias por tu comentario Mery!! Y sí, es posible que para muchos morir fuese lo más fácil y justo como bien dices.
EliminarUn saludo!! ;)
Una rebelión por parte de unos cuantos gladiadores contra el imperio Romano no llegará demasiado lejos, sin embargo, morirán asesinando a los que gozaron con su sufrimiento, en nombre de su propia libertad. La sangre correrá en la arena, en las gradas y en la entrada del coliseo. Puede que consigan algo importante con su muerte, el pueblo se lo pensará dos veces antes de volver a asistir al circo del terror.
ResponderEliminarGran relato, Agustín.
¡Abrazo, Compañero!
La sangre correrá y sí, tienes razón. Su revolución no llegará mas allá, quizás algunos pocos logren escapar pero su libertad está sentenciada, lo que no les quitarán es su venganza.
EliminarMuchas gracias por tu comentario Edgar!!
Un abrazo ;)
Muy bueno Agustin.
ResponderEliminarMe ha encantado, y el final me ha resultado muy sorprendente.
Un saludo.
Muchas gracias Oscar. Me alegra que te sorprendiera.
EliminarUn saludo!! ;)
Mucha acción en poco espacio. Muy bien.
ResponderEliminarMuchas gracias Maite!!
EliminarUn saludo :)